lunes, 14 de noviembre de 2022

"Souvenirs", de don José Pavez Orellana

 



SOUVENIRS
José Pavez Orellana

Tuve el privilegio de estar presente durante el lanzamiento de este libro, realizado en la ciudad de Antofagasta, en el salón de honor de la sede de la masonería, el "Club Antofagasta."

Pude conocer personalmente al autor don José Pavez, y sostener una larguísima charla con este histórico Jefe Scout de la antigua Asociación de Boy Scouts de Chile.

Su libro es una serie de recuerdos personales del autor, y la mayoría de ellos tienen relación con el ámbito Scout, los demás relatos tienen que ver con sus años como profesor, su filiación a la masonería y anécdotas familiares.

Don José Pavez nació el 28 de junio de 1928 en Nancagua, departamento de San Fernando, provincia de Colchagua, hijo de Manuel Francisco Pavez Toledo y Amanda del Carmen Orellana Soto. Se casó en Antofagasta, provincia de Antofagasta, el 8 de julio de 1953 con Ana Aimar Aralia Ahumada Obregón, profesora normalista.

Estudió en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde se tituló como profesor de Estado en inglés. En sus primeros años laboró en la ciudad de Antofagasta, trasladándose después al Instituto Nacional en Santiago. Ejerció después en el Colegio Concepción de Chillán y luego en el Liceo de Chimbarongo, siendo su primer rector.

Entusiasta Scout, se inició en Nancagua a los ocho años de edad, participando en San Fernando más adelante en un grupo del Liceo de Hombres de San Fernando de la Respetable Logia Colchagua. Durante el ejercicio de la docencia, también formó grupos scouts. Prosiguió su destacada labor en movimientos Scout en Antofagasta y el Instituto Nacional de Santiago. Participó en el gran campamento scout de 1969, en conmemoración de los 50 años del movimiento en Chile.

Dirigió el Movimiento Scout Chileno entre 1967 a 1971, ocupó el cargo de Jefe Nacional del movimiento Scout de Chile y representó a Chile en el Jamboree Mundial de 1973, recorriendo en la oportunidad diferentes países del orbe y teniendo la oportunidad de conocer a destacadas personalidades del mundo político y social de la época.

Hoy en reconocimiento a su destacada labor en el scoutismo nacional e internacional, el Grupo Scouts del San Fernando College, lleva su nombre a partir del año 2006.

Fue miembro de la Logia Colchagua, socio de la Asociación Protectora de Menores y participó en la creación del San Fernando College en 1984.

Falleció el 27 de noviembre de 2019 en Ñuñoa, provincia de Santiago, región Metropolitana.

 

Don José Pavez Orellana

Relatos del antiguo Jefe Scout de Antofagasta don José Pavez Orellana, extraídos de su libro "Souvenires"

"Recuerdo de aquellos años en la escuela normal y los liceos de Antofagasta

Hace ya más de cincuenta años en que tuve la suerte de viajar en el tren nortino desde la Estación Mapocho, para hacerme cargo de un horario como profesor de inglés en los Liceos (hombres y niños) y en la Escuela Normal de Antofagasta.

Hoy, con el rápido despliegue que me permiten los años, recuerdo aquellos tiempos de juvenil desempeño como maestro en las aulas de prestigiosos colegios del norte chileno.

En los tres disfruté mucha simpatía con los alumnos, tanto damas como varones, que me ofrecieron gran empatía y especial atención en mis clases en ambos colegios, lo que fue muy alentador para mí.

Además, dediqué mi tiempo libre de clases al deporte del fútbol y a la práctica del escultismo, que había traído a Chile el propio fundador, Lord Baden-Powell of Gilwell.

A esta última actividad me ocupó en excursiones a los lugares de camping en un cerro llamado la Quebrada de la Chimba, cercano a la ciudad, donde construimos un refugio scout.

Los Scouts me designaron para asistir al Jamboree de Inglaterra, para que yo fuera el intérprete de la delegación chilena, lo que me permitió conocer a la reina Isabel II de Inglaterra y entregarle la condecoración “Cóndor de los Andes”, de los Scouts. Al mismo tiempo debí entregarle al rey una invitación para que visitase Chile, con lo que contribuimos a estrechar las relaciones con nuestro país.

Los soberanos ingleses fueron muy bienvenidos por el Presidente de Chile de esa época y la ciudad de Santiago se volcó a las calles para aplaudirlos. Se les invitó a conocer lo que era la pesca en el sur del país, sorprendiendo a los soberanos por las atenciones del pueblo chileno.

El viaje para mí fue excelente en todo sentido, porque los propios reyes celebraron “el buen uso del inglés”, en sendas entrevistas a la reina y su esposo."

Santiago, abril de 2017, José Pavez Orellana

 

"Mi Patrulla Scout Básica en La Chimba de Antofagasta (1951)

Mi primera actividad extra programática en el Norte fue hacerme cargo de la Brigada de Boy-Scouts que existía en el Liceo de Hombres. Ellos trabajaban bajo la dirección de un profesor-inspector que adiestraba niños de varias edades, al estilo antiguo, es decir, poniéndole mucho énfasis en los desfiles, con banda de pitos, cornetas y tambores. Yo llevaba algunas ideas distintas, basadas en la formación del carácter y el sistema de patrullas, que recomendaban los libros del fundador del Movimiento, Lord Baden Powell.

Nos pusimos de acuerdo con el colega-instructor, que lideraba al Grupo, el jefe Águila Chica para asisitir a algunos Cursos de Adiestramiento en Santiago y en Valparaíso. De todos modos, continuamos con la instrucción musical de la banda, a cargo de dos ayudantes, que se habían formado como músicos en el Regimiento Esmeralda... los compadres Ampuero y Villalón.

Nos hacía mucha falta un lugar seguro y tranquilo hacia donde llevar los niños a excursión. Las playas de Antofagasta se prestaban para este tipo de trabajo scouts, nuestro ideal de campamento lo encontramos, sin embargo, en una Quebrada llamada La Chimba, cerca de la caleta del mismo nombre. Empezamos por construir con los mismos Scouts de la Patrulla Básica, un pequeño refugio donde dormir en las noches más heladas, y guardar allí las herramientas de trabajo, los báculos de cañaveral con punta de hierro, palas pequeñas, cordel de diferentes grosores, serruchos, tijeras podadoras, martillos, alicates, brújulas, linternas, lámparas, fósforos, etc, etc... También algunos alimentos no perecibles, ollas, parrillas y artículos de primeros auxilios.

El refugio fue para todos nosotros un verdadero centro de operaciones, que nos permitió guardar nuestras mochilas de cuero donadas por el Ejército cuando nos vendió un Jeep Willys, americano, que dieron de baja por desuso. Nosotros lo hicimos arreglar por un buen mecánico y le adosamos un artefacto metálico para utilizarlo como vehículo de arrastre, ya que necesitábamos empujar grandes rocas para despejar el camino de la quebrada. El mayor placer del lugar lo constituía el ambiente sano que nos deparaba la naturaleza, y que hacía sentirnos como verdaderos jovencitos de la película y exploradores al estilo de Indiana Jones y otros héroes juveniles.

Caminar cerro arriba era una sensación indescriptible, por el silencio, que era interrumpido solamente por tus propios pasos, por el eco del trino de algún pajarito, o el soplo de la brisa en nuestros oídos. Nos dábamos vuelta de vez en cuando, porque creíamos que nos perseguía algún bandido para pillarnos desprevenidos como lo hicieron algún día mis buenos scouts con el más pajarón de mi patrulla, el Lobato Lopito, Enrique López.

Resulta que este Aspirante a Scout era un regalón de su mamacita, una profesora normalista que se cansó de trabajar para el Estado, y con su jubilación y sus ahorros logró instalar un colegio propio. Ella me encomendó a su hijo con muchas recomendaciones, porque era primera vez que se alejaba de ella por el ñn de semana... En fin, este niño se entretenía generalmente jugando con mis propios hijos, Carlitos y Pepito... Pero él quería ser más, quería que los grandes reconocieran en él sus propios méritos y virtudes.... Lamentablemente, también afloraban sus propias limitaciones, así ocurrió justamente cuando llegó el momento de probar que él ya era un hombre hecho y derecho.

Los Bomberos de Antofagasta celebraban esa noche el recuerdo de uno de sus mártires y nos habían invitado a los scouts del Liceo. Con mucha seguridad, al término de la jornada de trabajo y de adiestramiento scout en la Quebrada, me dirigía a mis scouts de Primera Clase: hermanos Alvaro y Hernán Tobar, Eduardo y Walton Pinto, William Wragg, José Tomás Troncoso, Mario Soko, Luis Machulás, Branko Marinov, hermanos Daslavy Alex Peric... “¡Deseo que dos de ustedes me acompañen a Antofagasta, a una ceremonia bomberil, que se celebrará de noche, y lamentablemente tendremos que quedarnos a dormir allá y regresar a pie de madrugada!”... Caras largas, toses de desagrado, vueltas de espalda... fueron todas las respuestas... “¡Un paso al frente el valiente que quiera acompañarme!”, agregué... Absoluto silencio y quietud de mi patrulla básica, cuando estaba a >punto de ordenar un sorteo, al estilo cachi-pun, surgió la voz de Lopito... ¡Yo voy jefe!... pero con una condición... ¿Cuál será?... me preguntaba yo, y también mis scouts Chaplines, sorprendidos por mi Lobato... ¡Quiero, jefe, que me permita volver aquí después de la ceremonia!... La Quebrada estaba ubicada a unos 15 kilómetros de la ciudad, y no había locomoción de noche, de tal manera que debía recorrer esa distancia a pie.Yo tenía la secreta esperanza de que podría convencerlo de quedarse a dormir en su casa, pero estaba equivocado. Después de un momento de meditación acepté su sacriñcio: Lopito, agradezco tu compañía, que es un ejemplo para todos nosotros.

Partimos en el jeep cuesta abajo y llegamos a la hora de la ceremonia, al anochecer de ese día. Nuestra participación fue muy celebrada, porque nos presentamos de correcto uniforme y depositamos unas flores propias de la Quebrada... ¡Y llegó el momento del regreso de mi Lobato!... ¡No hubo manera de convencerlo de que se quedara en la ciudad!... La razón es que los scouts lo habían desafiado diciéndole que no era capaz de volver solo.... Para demostrar su hombría él aceptó la prueba... Me contaban los scouts al día siguiente que se ocultaron entre las rocas de la quebrada para asustarlo, le gritaban imitando a los lobos pero nada lo detuvo porque él ya no era Lobato, era un scout de la patrulla básica." 

"Un Avión Siniestrado y un Transbordador Espacial muy Especial (1960-2002)

Tengo en mis manos los restos del aluminio derretido que quedó al estallar un avión bombardero B-26 en la Quebrada de la Chimba de Antofagasta, en el norte del país. Estos aviones eran idénticos a aquellos que bombardearon las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, en Japón, y que pusieron término a la Segunda Guerra Mundial en 1945. Aviones enormes, portadores de gran tamaño y peso que tenían su base de operaciones en Cerro Moreno, aeródromo cercano a la Quebrada de la Chimba, donde estábamos acampando con mi Patrulla Base de Scouts de Primera Clase.

Sentimos un gran estruendo en la Quebrada al atardecer de una intensa jornada de trabajo en la construcción de nuestro refugio scout... Enseguida vimos una gruesa columna de humo que se elevaba hacia el firmamento. En cuanto logramos aplacar en parte la curiosidad natural de nuestros niños acampadores nos dirigimos los dos jefes a cargo del campamento (Ember Avila y yo) en dirección hacia el lugar del extraño ruido... Ibamos llegando al sitio del supuesto accidente cuando ya venían subiendo algunos Oficiales y Subalternos de la Fuerza Aérea de Chile (FACH). Ellos nos impidieron acercarnos a los restos del avión siniestrado y nos ordenaron que regresáramos a nuestro campamento, y no permitiéramos la subida de los posibles curiosos.

Sin embargo, a temprana hora del día siguiente ya nos habían madrugado varios scouts cuando llegamos al lugar de la catástrofe, quienes traían algunos “trofeos” como el que tengo ahora en mis manos, un trozo de metal con la forma de un ave con las alas extendidas, fraguadas por el calor de la explosión de los motores, contra la cima del cerro y el aluminio derretido por el fuego.

Miro, en estos momentos el objeto y renacen en mi memoria los recuerdos emocionantes de aquel instante trágico... Los scouts traían otros “trofeos” con formas retorcidas del avión, y - entre ellos - una mano calcinada de uno de los pilotos fallecidos, que el scout Branko Marinov hizo entrega al Jefe de la FACH en Antofagasta, para la Investigación Sumaria correspondiente... Hoy, en el año 2002, al ocurrir el accidente del transbordador más antiguo de la NASA, evoco el momento del accidente y me imagino la terrible muerte de los siete astronautas en el momento en que culminaba una misión de varios días en el espacio exterior y nos traían una valiosa carga de experiencias. La mente rápida nos traslada hacia USA, líder de la conquista del espacio - en programas conjuntas con Rusia y otros países -, y nos sugiere un probable complot, al estilo de aquel que padecieron Las Torres Gemelas en Nueva York... ¿Será posible tanta maldad?... Si nos remitimos a lo poco que sabemos de los viajes espaciales, tenemos que recordar que los momentos más peligrosos para estos aparatos son tanto el despegue hacia el espacio exterior como el reingreso a la atmósfera terrestre.

Muchos accidentes poco conocidos nos inquietan desde el momento en que Yuri Gagarin surcara el espacio exterior por primera vez, y los astronautas Armstrong, Aldrin y Collins nos demostraron que era posible alunizar y regresar a la Tierra en perfectas condiciones. Tuvimos la suerte de conocer a Neil Armstrong en el XII Jamboree Scout Mundial en USA, quien estuvo en uno de los espectáculos en la Arena del Campamento, junto al aparato que ellos tripularon, y allí vimos un globo de regulares proporciones en el cual sólo cabía un astronauta, ya que el motor estaba adosado a este módulo que se veía quemado en la corteza exterior por la fricción que se produce, tanto en la salida hacia el espacio exterior como en el reingreso a la Tierra... Neil nos contó que su corto recorrido por la superficie de la Luna fue una experiencia inolvidable, ya que el piso no era igual que la Tierra, sino que se imaginaba que iba caminando sobre nubes. Sin embargo, no se hundía en la superficie irregular sobre la cual avanzaba dando pequeños pasos para él, pero pasos gigantes para la humanidad.

 

 

 

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